Tú primero...

Esta mañana discutimos.

Bueno… en realidad empezó anoche, pero hicimos una pausa para dormir. Hasta las guerras emocionales necesitan descanso. Y agua. started last night, but we decided to pause for sleep.

You know, even emotional warfare requires rest. Gotta stay hydrated, too.

Así que esta mañana retomamos el combate, como dos soldados entrenados por el ego, listos para el round dos entre café y platos sucios.

Y en medio del ring me lanza esta joyita: “Yo te mostraré respeto y pediré disculpas cuando tú me muestres respeto y me pidas disculpas a mí.”

Ah. El clásico empate espiritual.

...

“Empieza tú." .”

“No, you “No, empieza tú."

Dos adultos, supuestamente evolucionados, esperando que el otro parpadee para tener permiso de ser decente.

Pero la vida no funciona así.

El universo no reparte premios a quien aguanta más el rencor.

No puedes esperar a que el mundo se ablande para tú derretir el corazón.

No puedes esperar la disculpa para atreverte a decir tu verdad.

No puedes esperar a que el espejo sonría para tú sonreír primero.

Porque nunca se trató del espejo.

Se trata de ti.

Tú eres el inicio de todo.

El tono. La energía. La frecuencia. La onda.

Y no vengas con el clásico “¿Y por qué tengo que empezar yo?”

Porque si tú lo ves… entonces te toca moverlo.

La conciencia espiritual no es una medalla, es una responsabilidad

Si Dios vive en ti —sí, incluso en esa versión tuya cansada, irritada, con ojeras y el café en la mano— entonces no estás esperando que la vida reaccione.

La vida está reaccionando a ti. you.

Así que si lo que vuelve a ti es frío, hostil, vacío… pregúntate qué parte de ti dejó de emitir luz.

Qué parte de ti está guardando suavidad como si tuviera que ganársela. earned.

Qué parte de ti se está negando justo lo que más necesita.

Porque aquí viene el giro: Nada llega hasta que tú llegas.

Nada fluye hasta que abres el grifo.

Nada cambia hasta que dejas de delegar la línea de salida.

Vivimos esperando que la vida se comporte como una invitada educada.

Que toque la puerta con flores y te dé justo lo que deseas… y entonces tú agradeces.

y entonces tú das. we’ll give.

y entonces tú te muestras.

Pero la vida no es una invitada educada

Es un espejo. Un espejo brutal, hermoso, sagrado.

Y no te va a entregar lo que tú te niegas a ser.

Hoy recordé algo que siempre olvido: No obtienes la vida que exiges. Obtienes la vida que encarnas.

No se consigue respeto reteniéndolo.

No se consigue paz teniendo la razón.

No se consigue amor con estreñimiento emocional, esperando que el otro "vaya primero".

Se consigue siendo tú quien enciende la llama. Incluso —y sobre todo— cuando cuesta.

Esa es la verdadera revolución.

Ese es el verdadero poder.

Ahora, si me disculpan, voy a ir a pedir perdón primero.

No porque perdí.

Sino porque recordé quién carajos soy.

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